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Roser Aguilar, Premio Ojo Crítico de Cine 2008

1632526wMadrid, 22 oct (EFE).- La realizadora Roser Aguilar ha sido hoy premiada con el Premio Ojo Crítico de Cine de Radio Nacional de España (RNE), según ha informado hoy en un comunicado la cadena de radio.

El jurado de este premio ha estado formado por Joaquín Oristrell, guionista y director de cine; Rosa Vergés, directora de cine; Luis Miñarro, productor; Juanjo Puigcorbé, actor; Conchita Casanovas, periodista especializada en cine en RNE y Laura Barrachina y Jordi Barcia, directores de “El Ojo Crítico”.

Roser Aguilar ha sido elegida por su ópera prima “Lo mejor de mí”, una película que ha conseguido proyección internacional con un equipo debutante y una historia sencilla e íntima, según señala RNE.

Aguilar es una realizadora catalana de 37 años que estudió cine en la ESCAC (Escola Superior de Cinema i Audiovisuals de Catalunya), formando parte de la primera promoción de la nueva escuela de cine.

El último de los tres cortometrajes que ha dirigido, “Cuando te encontré”, ha sido seleccionado en festivales españoles e internacionales y ha trabajado como guionista en Televisió de Catalunya y realizadora de producciones independientes.

Los premios Ojo Crítico, creados hace diecinueve años con el objetivo de reconocer el trabajo de los jóvenes talentos, han fallado hoy el segundo galardón de esta edición.

El pais

El Pais: “Echo de menos que me hablen del amor de verdad

El pais
Entrevista:ROSER AGUILAR | Realizadora de ‘Lo mejor de mí’

“Echo de menos que me hablen del amor de verdad”

La rivalidad Madrid-Barcelona llega hasta las escuelas de cine. Probablemente sea más visto desde fuera que porque haya auténtica competencia entre los alumnos. Por un lado, la ECAM madrileña; por el otro, la ESCAC (Escola Superior de Cinema i Audiovisuals de Catalunya). En la alineación barcelonesa, nombres de relumbrón como Juan Antonio Bayona (y la mayor parte del equipo técnico de El orfanato), Álex Pastor -que tras ganar con su corto La ruta natural en Sundance, ya ha rodado en EE UU su primer largo, Carriers-, Guillem Morales (doble candidato al Goya con sendos cortos) o Roser Aguilar (Barcelona, 1971). Aguilar, debutante en la realización con Lo mejor de mí, se llevó este verano en el festival suizo de Locarno -el más potente en cine radical e innovador europeo- el premio de la crítica independiente y el galardón a la mejor actriz.

“La dirección es una profesión estúpidamente mitificada”

“En Barcelona sabemos que hacer cine es muy complicado”

Y todo gracias a un resquemor. O a una picazón que corroe a Aguilar. “Quería cuestionar este amor idealizado, decimonónico, que aún se cree mucha gente. Veinteañeros que se van a vivir juntos, con un punto de ‘seremos muy felices’, y que luego se llevan una gran desilusión. Echo de menos como espectadora que me hablen del amor de verdad”.

La protagonista de Lo mejor de mí, Raquel, encarnada por Marián Álvarez, convence embobada a su nuevo novio para alquilar juntos un piso. Un trasplante de hígado, otra chica, en definitiva, la vida descruza los caminos de la pareja. Lo del hígado importa, porque en el proceso de pérdida de la inocencia, Raquel cede parte de su órgano a su chico. “En este universo rosa y simplón, el sacrificio por amor o amoroso está bien visto. Y no se hace porque salga del corazón, sino por quedar bien con el resto de la sociedad y consigo mismo”.

El siguiente paso es ¿cómo te lo montas para no morir de pena cuando ves que has fracasado, que no existen los Reyes Magos? “Ahí está el tema de Lo mejor de mí, la superación de la pérdida de la inocencia”.

En este viaje al descreimiento, Aguilar ha contado con muchos compañeros de la ESCAC. Por de pronto, Escándalo Films, la productora del largometraje, está asociada a la ESCAC, y la película forma parte de su Proyecto Ópera Prima, con el que incorporan a sus alumnos a la industria cinematográfica. “Unimos nuestro destino para lo bueno y para lo malo. No teníamos dinero ni experiencia. Sí ilusión, ganas, energía, frescura… Por parte de Escándalo me propusieron las condiciones del Proyecto Ópera Prima [que los jefes de los distintos equipos del filme sean ex alumnos y debutantes] y me pareció genial. Aunque alguno cumplía a medias las condiciones: el montador, Roger Vilaplana, no era debutante [empezó con El orfanato], pero sí estudió en la ESCAC”. Eso sí, en el proceso, Aguilar estuvo cinco años. “Para mí, el reto era acompañar al proyecto completamente y no sacar conclusiones hasta finalizarlo. Cada etapa tiene requisitos y dificultades diferentes. Cinco años suenan a muchos años… pero para una película tres o cuatro es normal. También cuenta que es una ópera prima, que las cosas cuestan un poquito más de arrancar, que la productora también era novel…”.

Aguilar, cansada tras un día de promoción y medidora de sus palabras, prosigue. “Tenía claro que quería intentar dirigir. A toda mi generación nos costó un poco. Una cosa es realizar cortos, o poseer aptitudes, y otra es el salto al largo. Es un oficio estúpidamente mitificado. Un director es como un guionista o un panadero: tiene la facilidad para contar cosas con imágenes y ya está. A mí me costó reunir las fuerzas y la convicción”.

¿Y qué tiene la ESCAC que no tenga la ECAM? “En la ESCAC hay muchas prácticas. Te puedes creer un genio, pero en segundo o tercero has hecho tantas prácticas y te has pegado tantas castañas que sabes que debes trabajar mucho. Bayona, Morales y yo íbamos a la misma clase de dirección, éramos 12. Ahora soy profesora de realización de prácticas de primero, y de proyectos de cuarto. Es muy complicado entrar en la ESCAC, y los alumnos sabemos que hay que sufrir. Además, vivimos en la periferia del cine; no sé si en Madrid la gente se confía más, pero en Barcelona sí sabemos que es más complicado”.

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Roser Aguilar, fotografiada el pasado lunes en Madrid. / PAULA VILLAR